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POLÍTICAMENTE INHUMANOS.

¿A quién se le ocurrió que las cosas tendrían que ser “políticamente correctas”? ¿Quién dictó estas reglas? ¿En serio sirven para algo? Me pregunto de verdad ¿Hay alguien que termina su día laboral o una interacción con un nuevo individuo y se dice a sí mismo: “Que bien me siento por haber sido tan políticamente correcto”?

La política se introdujo gracias a Aristóteles quien intentó formalizar la necesidad humana de organizar la vida social y los gobiernos. Estoy de acuerdo, en esas épocas en las que tener esclavos estaba bien, ser homosexual estaba mal y la diversión del pueblo estribaba en ver a gladiadores luchando por su vida contra leones, hace perfecto sentido que buscáramos ser más correctos, más organizados y un poco más “civilizados”; sin embargo, son cuestionables los resultados de ésta búsqueda milenaria ya que hoy día tener esclavos médicos o agrícolas está bien, ser homosexual y defenderlos sigue estando mal y la diversión del pueblo estriba en ver a dos hombres luchando por su vida arriba de un ring. Entonces, ¿para qué fueron tantos años de esfuerzos? ¿De algo ha servido la política? ¿O es solo la forma retórica en la cual los “más civilizados” nos han mantenido calmos a todos los de a pie?

Es definitivo que la mayoría de las sociedades occidentales están formadas por sistemas jerárquicos perfectamente estructurados. Posiblemente tenga algo que ver con nuestra formación católica/cristiana en la que siempre hemos de sentir miedo por nuestro creador y a su vez por todos aquellos que profesan su palabra. Quizá tengo algo que ver con la forma en que se organizaron los sistemas políticos de principios de los 1900´s, en los que unos pocos se vieron favorecidos por convertirse en la “voz del pueblo” y comenzaron a repartir privilegios a sus seguidores, mientras que bloqueaban el camino de sus detractores. No puedo asegurarlo, pero cabe la posibilidad que la separación del pueblo entre los que tuvieron derecho a la educación y los que no, hizo que los letrados se posicionaran como “seres superiores” tratando hasta como animales a quienes realizaban las labores del campo o de esfuerzo físico. Me gustaría pensar que estas historias que estoy redactando sucedieron hace más de 100 años; sin embargo, estos lamentables hechos aún siguen sucediendo en nuestro día a día. ¿Haber sido políticos podría detener este tipo de prácticas? ¡Estoy convencido que no! De hecho, creo que muchas de estas conductas se perpetúan por ser políticamente correctos.


La ideología de ser políticos creo que solo nos ha alejado más como humanos, nos hemos estado hablando desde la jerarquía, desde la posición socio-económica, desde la perspectiva que creemos proyectar o creemos entender de nuestro interlocutor y asumo que hemos dejado completamente de lado la noción de que somos humanos, que somos animales, que somos seres racionales y emocionales. Creo que hemos confundido esta falsa idea de política, con lo que en verdad debería de regir nuestra interacción que, según mi entender, bastaría con que fuese respetuoso. Reconozco que delimitar los límites del respeto en un país tan diverso como México puede no ser tan sencillo si asumimos que, por su naturaleza, los individuos oriundos de Sonora, Sinaloa o Veracruz son particularmente mal hablados, o que cualquier ente proveniente del noreste (Tamaulipas, Nuevo León o Coahuila) son toscos y gritones. Hemos de entender también que aquellos que habitan en las regiones más cercanas a Centroamérica, tienen definiciones más laxas de lo que implican estas jerarquías de las que estoy hablando. Es decir que ser políticamente correcto es irracional, es arbitrario y está sujeto a interpretaciones. Ergo, ¿Por qué lo seguimos haciendo? ¿Por qué sigue siendo un factor decisivo para crecer en un ambiente corporativo? ¿Por qué es más importante ser político que ser efectivo? ¿Por qué seguimos repitiendo estos patrones?


No pretendo que los fines justifiquen los medios y tengamos que atropellar verbalmente a quien se nos cruce en el camino, pero si quiero levantar la voz y expresar con todas sus letras que todos somos humanos, todos nos reímos, comemos y cagamos. No existe la sangre azul, salvo que esté mal oxigenada (chiste médico) y las jerarquías solo sirven para crear divisionismos. En tiempos de chairos y fifís, en estos momentos de tanta polarización política, solo puedo pedirnos que nos entendamos más para tratar de ser más políticamente correctos.

“Dr. Muerte”

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