Navidades seriales

Para diciembre ya debería tener una novia. Una nueva cada año es el propósito. Debo concentrarme en ello y a lo largo del año conquistarla y conocerla.

Esta festividad representa mucho para mí. Por alguna razón que ignoro conozco el significado de cada uno de los ritos, de cada adorno; el porqué de los platillos, de los cánticos, las comidas, postres y regalos.

Este año algo no anda bien. La conocí comenzada la primavera, ella me cautivó desde el primer instante, y aunque no me hizo caso sino hasta octubre, la persistencia y dedicación por conseguir su cariño y confianza han dado buen resultado.

Confieso que por el enfoque a la conquista he quedado apresurado con los detalles de su familia, esenciales, por cierto. Pero no importa, solo lo vuelve más interesante.

A ella parece no agradarle la festividad, siempre que toco el tema evade sigilosa y comienza uno completamente nuevo. Solo un par de veces ha declarado que ver a toda la familia reunida y la hipocresía del dar y recibir, perdonar y comenzar de nuevo; le parece desagradable.

Desepcionado de estas sentencias he usado mis artimañas más extravagantes para formar una estratagema que la convenza de participar en tan delicioso festejo. Dando ejemplos de felicidad con detalles y persuadiendola de ser una mejor persona, uso a mi favor eso del espíritu amable y de consideración al prójimo... Solo he logrado que se ponga un poco navideña.

Ha adornado escuetamente su lugar de trabajo y yo mismo le coloqué una serie de nochebuena en la ventana que da a la calle.

(continuará)