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Valiendo verga en el transporte público (1)

Valer verga y ser usuario del transporte público parece ser un binomio infalible e imposible de evitar, sin embargo, es necesario destacar que existen algunas bondades en el servicio (haciendo referencia exclusivamente al transporte de la CDMX y del Estado de México) como lo son las siguientes: una amplia red con múltiples conexiones, un costo / beneficio razonablemente justo, amplio horario de servicio, etc.


Si has leído algún artículo de la editorial, anterior a este, quizá te estés preguntando: -¿en qué momento se acabara la pendejada y empezará el desmadrito?- Por lo que ahí te va toda y bien adentro.


“Me desperté bien temprano, un día como cualquier otro, todavía siendo de madrugada, para hacer las cosas cotidianas que una persona común y corriente realiza antes de salir de su hogar rumbo a la escuela o trabajo: bañarme, acomodar mis cosas en la mochila que utilizo, lavarme los dientes, tender la cama, cagar, y, por primera vez (de muchas en el día), valer verga lentamente”


Nuevamente, cualquiera que siga leyendo seguro sigue mamando con alguna idea del estilo de: -¿Y a mí que chingados me importa tu puto día? Era un texto sobre el transporte público y no sobre tu miserable vida.- Y tienes toda la razón idiota, por lo que daré paso al tema en sí.


Al viajar en el transporte público, tendrás que convivir con todo tipo de raza, aquellos que son hipsters de la roma y le van haciendo a la mamada en la forma que visten, hablan, se comportan, etc. Aquellos otros compas que te darán la impresión de ser secuestradores, violadores, gente indeseable y de lo peor, gente que no vale pa’ pura verga, gente “normal”, weyes felices y sonrientes, en fin, un sinnúmero de personas, todas con diferentes formas y tamaños, de distintas personalidades y formas de pensar pero todas con un mismo punto en común: van valiendo verga en el transporte público.


Las vivencias que puedes experimentar al moverte por la ciudad en este medio son muy variadas y van desde lo más sencillo como ver un lindo culo o rostro, oler una peste de suciedad o de exceso de perfume, sufrir aventones en la lucha por un asiento, o situaciones con mucha mayor intensidad como asaltos, riñas y disturbios, nacimientos de “ladys” y “lords”.


El aburrimiento nunca será una opción en el transporte público, ya sea que vayas aguantando las huarachas a todo volumen, o aferrándote al asiento mientras el chofer de la unidad maneja como si se estuviera cagando y quisiera llegar al baño o vayas comprando todas y cada una de las mierdas que venden los ambulantes.


Valer verga en el transporte público se debe a diversos elementos que son propiciados por diversos factores y actores, algunas causas son imputables al servicio, a las compañías que lo prestan, a las personas que laboran para las mismas y mientras que otras son responsabilidad de los usuarios y su vale verguismo, su falta de civismo, la carencia de huevos y su pasadez de verga.


No importa si has realizado uno o mil viajes, si ya utilizaste este tipo de medio para desplazarte, ya valiste verga con él.


Este primer texto solo es un esbozo del tema así que no se pongan pesados con que falta información o con que fue un pendejo artículo.


Si el texto no fue de su agrado, les sugiero alguna de las siguientes opciones:


1.- Esperar las siguientes entregas.

2.- Dejar de leer estos artículos, irse mucho a la verga e ir a mamar a otro lado.

3.- Escriban ustedes un puto artículo interesante, a ver si es cierto que muy vergas.


Valdrán la pena las siguientes dos entregas, lo garantizo.

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