Valiendo verga en el transporte público (2)
- Chiquito Piedra
- 21 sept 2018
- 3 Min. de lectura
En el transporte público tendrás que aguantar mucha mierda, desde el clásico pendejo que no puede pasar por los torniquetes sin aventarlos, los idiotas que se suben como si estuvieran atrapando gallinas al estilo “Rocky” o los que van vomitando de tan pedos que se subieron.
Al observar este tipo de acontecimiento es cuando el mismísimo Chaketas (“el sin uña” para los que lo conocen de esta revista) se pregunta: ¿Quién ha fracasado más en su vida? ¿Ellos? ¿Yo?
Al utilizar el transporte público estamos expuestos a todo tipo de situaciones que no podemos controlar y, por ende, debemos fluir, de la forma que podamos, emputados, tranquilos, desesperados, indiferentes, etc. y es esta necesidad de fluir lo que nos hace valer verga.
Si bien es cierto que en muchas ocasiones, las condiciones del sistema de transporte es deficiente, las instalaciones son malas, ya sea del transporte en sí, como podría ser un micro o las pinches combis culeras o son los edificios los que están en malas condiciones, como los andenes del metro; (pensemos en estaciones como Guerrero, Atlalilco, Observatorio, Tacubaya, etc, en donde la mierda escurre de las paredes y como dice el pendejo del Jaime Maussan: “Y nadie hace nada”, es más, hay gente que aún con ese olor a drenaje y con los charcos de mierda a su lado, venden sus productos de calidad que van desde bolsas “hechizas” de Liverpool hasta dorilocos preparados, y lo peor es que hay gente que se rifa el pedo de tragar en esos estados sanitarios deplorables) no es el único problema por el cual el servicio es tan deficiente.
En muchas ocasiones, los usuarios del servicio parecen primates o cavernícolas, en su forma de actuar, como utilizan el servicio, como se relacionan con los demás usuarios, el trato que le brindan a los operadores, los hay de la banda que se van vomitando, miando y hasta cagando en los putos vagones, la forma en la que pelean por apañar lugar y demás pendejadas inimaginables.
Por otro lado, los operadores muchas veces son unos completos idiotas y les vale madre la “experiencia” que vivan los usuarios al borde de la unidad, vienen echando desmadre con sus compitas, se sienten de rápido y furioso y juegan a las putas carreras para “ganar” el pasaje o vienen en la pendeja con sus lentitudes mientras hablan por teléfono o cambian el disco o simplemente van dejando que la vida pase, también están los otros culeros que traen su música estridente jodiendo el oído de los pasajeros (más allá de que te guste el tipo de música o no, traen una bocinas bien culeras y ecualizadas de la verga).
Es, entonces, un asunto de diversas causas el hecho de que utilizar el transporte público sea un sinónimo de estar por la verga. Dichas causas, muchas veces son evitables con un poquito de educación, tolerancia, respeto y menos vale verguismo, indiferencia y culeres.
Como punto final de esta segunda parte, quiero mencionar a todos esos imbéciles que dicen mamadas como las siguientes: -el servicio del transporte público es bueno-, “la línea 12 del metro cambio mi vida”, -el mb es muy eficiente y rápido-, todas esas personas que utilizan el servicio para avanzar 1 km y lo hacen en horarios completamente “inhábiles” (como las 10:23 de la mañana, en dónde el transporte solamente lo utilizan ellos) una vez al mes.
Para todos ellos… chinguen a su putísima madre!!!!!
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